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ARTILLERÍA

titilando en sus ojos una lágrima que manó tal vez al humo incipiente de la fogata.

El arrebol del crepúsculo palidecía en una extática irrealidad. Allá lejos, por la espesura, zureaba una tórtola... En las petacas abiertas, el tesoro ya inútil para la probidad de aquellos hambrientos, esperaba la transformación que iba á despilfarrarlo horas después en granizo de muerte sobre las filas godas. Los chicos, por curiosidad, registraban con jovial despego las prendas amontonadas. Todos los vecinos acudían á la novedad pechándose junto á la olla donde la primera fundición se licuaba poco á poco.

Y abarcando con alborozo triunfal aquel hormigueante grupo cuyos guiñapos mezclábanse cada vez más de noche naciente; vinculada por el mismo arrebato á esa generosidad que sublimizaban augurios de muerte próxima; asentando sus pies imperativos sobre el raigón-cureña, la beldad tutelar aventajaba con todo el busto las cabezas, moldeado su seno en turgencia de proa generosa bajo el raso naranja que la tarde oxidaba con su reflejo, hasta convertir en una estatua de metal flavo su hermosura dramatizada de fatalidad.