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LA GUERRA GAUCHA

juda seguía rehusando toda consideración á la huésped de los realistas.

Con reticencias en las que escocía la suspición, aquilataban sus actos y criticaban su conducta.

¡Maíz y charqui averiado para los patriotas, mientras banqueteaba hasta hartarse con los godos! Una noticia, un socorro de cuando en cuando, paliaban ante los necios la abominación de su conducta; pero á ellos no, no los embromaba con semejantes melindres. Mulata y desleal, todo era uno!

Bonito, no? De tertulia con los maturrangos noche á noche, correspondiendo á sus galanes sabía Dios qué requiebros en horas de amorosa disipación...

Si era tan patriota, por qué no le cuadraban las penurias, allá á su lado, dependiendo como todos del heroico azar, privándose como todos de sangre y sustento por la patria?

Los que sabían, forzados á callar, soportaban cada vez menos la injusticia. Aquellas fiestas, reblandeciendo á la oficialidad con banquetes y malas noches, lo retardaban todo; y en ese retardo consistía el éxito. Pero ya se abusaba demasiado del silencio; y la falta de plomo, complicada por el accidente del otro cañón, fomentaba con el fracaso la malquerencia.