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ARTILLERÍA


Sitiado aquel villorrio que con sus fosos y trincheras motivaba una detención de la columna, los oficiales realistas instaláronse en una estancia de la vecindad, donde se resignaban con los malos tiempos dos mujeres.

Dos mujeres solas á quienes repudiaban aristocráticos desdenes, pues no obstante su fortuna considerable eran mulatas.

Una, la mayor, desahuciada de ilusiones por su soltería, blasonaba de santurrona. La otra, fogosa morena, relegábase no sin esfuerzo á aquella vida de clausura, hollando con frecuencia el polvo hostil de la aldea donde su pulido zapato pisoteaba á la vez miserias fidalgas y nobles corazones.

Nadie como ella gustaba el mejor chocolate de Santa Cruz, ni compraba á los traficantes con mayor liberalidad tapetes y otros tejidos. Su sala era