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LA GUERRA GAUCHA

Publicará hasta Lovaina.
Que es de Tucumán la vaina
Y de Salta la contera.


Con el último verso, el anciano apartó sus colchas tendiendo una mano al mozo. Pedía sus prendas: las botas... el balandrán... su sillón.

Orden de no dormir en la estancia. Mate y cigarrillos para los huéspedes; y al alba, caballos, que así marchaban con la fresca. Caballos de su marca, eh?... la marca de parrilla, con sólo dos barrotes y un martillo.

Confusos, ponderaban ellos tanta generosidad, agradeciéndola. Valdría cada uno dos, en esos caballos. Bien conocían la marca — una greca de seis líneas, las tres perpendiculares más largas que las transversales, y dos barrotes internos paralelos á ésas; cada hijo del patrón añadía uno; y su nuera viuda, como ya no cabían más, pues sumaban ocho, había agregado otro martillo. Pero como famosa, la del viejo, la primera. ¿Parrilla con dos barrotes y un martillo?... Enfrenar á ojos cerrados! Para qué se molestaba el patrón! Podía auxiliarlos con cualquier cosa, no más...

—No, no; ¡qué le aspaventeaban tres mancarrones! La patria merecía mucho más, pero cada uno daba según sus posibles. Bien que lo motejaban de tacaño los vecinos. Se equivocaban. Él sabía sus