sis, de Rollinat. Algunos de estos poemas, Cuando yo me haya muerto, hablan de un poeta capaz de hacer sentir hermosos e intensos estremecimientos líricos. Valga el siguiente ejemplo de dos estrofas cojidas al azar:
Para jamas volver, aunque mi amor lo quiera,
Alguien habrá que al ataúd se abraza
I la quitan por fuerza i la arrastran afuera.
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Se sentirán mis pasos en las piezas desiertas
I se sentirán golpes, suspiros, raspaduras.
¡Qué susto pasar frente a las ventanas abiertas
La Araña negra reproduce también el mismo tono de hastío i de preocupación interior. En ella cree adivinar el poeta la sombra de la fatalidad i por esa razón la evoca con temblorosa emoción de espanto: