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loca exuberancia deja esperar un estío fecundo i propicio en opimos frutos.

Como todo buen poeta que no debe contentarse con producir sus versos por pura razón divina, este jóven lírico es un curioso lector i un inquieto adorador de la belleza en todas sus formas. Si sus lecturas se adivinan fácilmente todavía en sus versos, día llegará para él en que ande solo en su pegaso por las praderas de sus ensueños. Lo que a él le ha sucedido con fuertes poetas como Baudelaire, Rodembach, Darío, entre nosotros, Max Jara, Mondaca i Prado, es condición de una juventud abierta a todos los vientos, que, en fuerza de comenzar a reconocerse en los otros, acabará por dar con los propios aledaños de su personalidad. Pero, en la obra de este cateo de la propia mina, la inesperiencia de los veinte años suele ser peligrosa. Así este poeta, como otros muchos de la jóven jeneracion lírica chilena, ha comenzado en su estudio por donde otros hubieran terminado