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¡Oh triste desencanto!
Trasgos horribles que producen llanto!

RACIONALISTA

 ¡Qué patético estás! Muestras que late
En tu sensible pecho
Un noble corazón, que encuentra estrecho
El recinto en que se halla aprisionado,
Para exhalar en mágicas canciones
Las amargas ó dulces emociones
Que este mundo sublime te ha inspirado.
Pero ¡ay! es vano empeño,
Sueño dorado, pero al fin un sueño,
Que atribuyas á un Ente legendario
Ese dulce placer, esa alegría,
Producto de tu rica fantasía;
Que invoques á ese Dios imaginario,
A ese Dios que, ó no existe,
Ó no se cuida del mortal que llora
Y las penas devora
De una existencia desgraciada y triste.
Efímero consuelo
Es contemplar el trasparente cielo,
Do, en lugar de ese Dios que te consuela,
Sólo verás materia, grandes moles,
Astros sublimes, rutilantes soles,
Que escuchan tus plegarias y lamentos
Como el buque empujado por los vientos
Las quejas repetidas
De las olas mil veces oprimidas.
Tu conciencia y no más, sí, tu conciencia
Es el único juez de tus acciones.
El cielo, el purgatorio y el infierno,