Se ocultan siempre la tristeza, el llanto.
¡Felicidad!... No existe aquí en la tierra.
Nuestra vida es milicia, lucha, guerra.
Por eso me dirijo al firmamento,
Y al través de su velo trasparente
Busco al Dios bondadoso, omnipotente,
Que con su diestra santa
Bendice al vil gusano, al fiel creyente,
Al hombre humilde que sus glorias canta.
Y al hacerlo obedezco á mi conciencia.
Creer que ella es mi fin... ¡Eso es demencia!
Mi fin es sólo Dios.
¿Cómo se alcanza?
Con el divino auxilio,
Teniendo caridad, fe y esperanza,
Y obrando siempre el bien.
¿Quién me lo abona?
Yo, en el nombre de Dios, que ha prometido
Ceñir al que le ame, la corona
De la dicha.
Me doy por convencido.
¡Venga un abrazo! Gratitud obliga.
¡Bendito sea Dios! Él te bendiga.