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LA ESTAFETA ROMÁNTICA

descripción yerro, ó en los juicios desbarro. Voy medreso al asunto, pues aunque escribo al parecer para tí solo, en familiar estilo, no puedo tomar la pluma sin pensar que ha de leerme la posteridad, y en las cartas de ma- yor confianza pongo todo mi estudio clásico y mis profundos conocimientos del lenguaje, para enseñanza y admiración de las genera- ciones futuras. Guardarás, pues, esta epis- tola como oro en paño, para que andando los tiempos (y ellos andan, ¡ay! más de lo que quisiéramos), figure en el abultado mamo- treto de mis Obras completas, ó en el de las | Póstumas si me malogro tempranamente, lo que no quiera Dios. Y basta de prólogo con morrión.

Gran dicha es, mi querido Fernando, que todas estas cosas que voy á contarte hayan pasado en tu ausencia; dicha grande, sí, pues si tú las presenciaras, yo no escribiría esta carta, y ya veo lo que se perderían las letras castellanas, tan pobres y deslucidas en el género epistolar. Gracias á tu ausen- cia y á mi solicitud en informarte de lo que no has visto, se encuentra la patria litera- tura con esta joya, que no esperaba... Y bas- ta: ahora sí que entro en materią.

Supe yo la muerte de Larra al día si- guiente del suceso, ó sea el 14 de Febrero. Fuí á verle con otros amigos á la bóveda de Santiago, donde habían puesto el cadáver; allí me encontré á Ventura y á Roca Togo- res, tan afligidos como yo y Hartzenbusch, que me acompañaba. «¿Y por qué...?-decía-