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B. PÉREZ GALDÓS

que llamáis ex-machina, emisarios del enojo ó- de la protección de algún dios que no quie- re dar la cara. Tiene algo de Fauno ó de Sil- vano, por la ligereza con que corre, ó de las personificaciones de los vientos portado- res de divinos mensajes, y se llamaban Co- cias, Boreas, Euronoto y que sé yo qué. Pues verás: otra relación de Churi con la idolope- ya es que cuando puso su mano en la mia con ademán cariñoso, senti un frío glacial que me corrió por todo el espinazo. No quiero entrar en explicaciones de éste mi sordo ex-machina, y voy á la substancia del coloquio de hoy. En Balmaseda me había contado su fuga de la casa paterna sin ex- plicarme las razones de ella, añadiendo que no volvería más á Bilbao. Hoy me ha dicho que por servirme y ayudarme al castigo de los traidores irá nuevamente al seno de su familia. Mi primera impresión ha sido de repugnancia y miedo; luego me he dejado tentar de aquel diablete ó correveidile fabu- loso, y nos hemos metido en un coloquio de extremada dificultad, pues su sordera es desesperante, y tienes que valerte de signos y modulaciones labiales muy acentuadas para hacerte comprender. Se expresa en un lenguaje hibrido, rudo, atropellando los tér- minos castellanos con los vascuences. Al decirme «no te mates,» su fisonomía, su mi- rada, su boca, eran las mismas de Larra al pronunciar en correcto castellano la misma frase. Poco a poco fueron interesándome sus revelaciones. Lo culminante de ellas es que