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B. PÉREZ GALDÓS

desde que entré en ese Madrid de mis peca- dos. Me han tomado por su cuenta las hadas, y pienso que las de Madrid tienen buenos compinches en las de Villarcayo. Mientras llega la ocasión de confirmar mi sospecha, sonemos, alma, soñemos

Bueno. Sabras que el Sr. D. Juan Antonio de Maltrana es un buen caballero, no del cuño histórico de D. Beltrán, sino de esta nueva caballería que se va creando ante nuestros ojos, transacción del rancio espa- ñolismo con las novedades del pensamiento francés, Liberal templado, adora el justo medio; detesta por igual el absolutismo y las revoluciones; cree que por componendas se obtendrá la paz de los espíritus y el bie- nestar de los pueblos; que debemos buscar el compadrazgo de la religión y la filosofia, de la libertad y la autoridad; y para que todo sea bienandanza, la reconciliación del ro- manticismo con el clasicismo dará los me- jores frutos del arte. Hombre rico, espera que salgan á la venta los grandes predios que fueron de monacales para comprarlos. En- trevé el desarrollo de la riqueza, la asocia- ción industrial, las máquínas agrícolas, el papel moneda, y otras muchas cosas que aguardan el último tiro de la guerra para pasar el Pirineo. Sus ideas no son luminosas, son propiamente sensatas, producto de la fácil asimilación, que no es lo mismo que el estudio. Su palabra es fácil, gramatical, opaca, comedida en las disputas; su elocuen- cia propiamente ilustrada, muy propia para.