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LA ESTAFETA ROMÁNTICA

V

De Fernando Calpena á D. Pedro Hillo, presbitero.

Villarcago, 28 de Febrero.

Aquí me tienes, ¡oh insigne Mentor y ca- pellán mío! aquí está tu Fernandito, que de- terminado ya, por el rigor de sus desdichas, á no tener voluntad propia, abraza la orden de la obediencia, y se convierte en materia pasiva á quien gobiernan superiores, indis- cutibles voluntades. Quien manda manda. Mi supremo tirano (cuyas manos mil veces beso) dice: «que vaya el niño á Villarcayo». Pues ya tienes al niño camino de la villa menesa. «Que se aloje el chiquitín en casa de Maltrana, donde será bien recibido y agasa- jado.» Pues aquí está gustando las delicias de una hospitalidad amorosa. Hoy no tiene tu ' discípulo más goce que renunciar á todos los que de su propia iniciativa pudiera esperar, ni más orgullo que la humildad, ni más albe- drío que el no tenerlo, ni más independencia que la absoluta sumisión al gusto y ordenan- zas de los que quieren, y por lo visto deben! mandar en él. Cuando un hombre se equivo- ca en el grado de mis equivocaciones; cuan- do las propias iniciativas salen de tal modo frustradas, justo es que imponga á su torpe voluntad esta penitencia de la radical anu- lación.