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B. PÉREZ GALDÓS

el melancólico y desesperado muerto de Ma- drid. Ella no dice nada; pero se lo conozco, y me da mala espiną esta afición que ha sa- cado ahora por la literatura, prefiriendo la sentimental y de lloriqueos, tristezas y de- sastres, pues no sólo anda resobando al tal Uberte ó Güerter, sino también á otros libros y novelas de amores contrariados, siendo más extraña esta afición, cuanto que siem- pre fué perezosa para toda frivolidad. Ahora la ves agrandando cada día los ratitos per- didos, ó sea los que consagra á este entre- tenimiento de los libros, que me parecen son prohibidos, si bien entiendo que por daño- sos que sean no han de causar malicia en entendimiento tan claro y voluntad tan sana como la suya. Las de Alava le han traido una historia escrita por ese que se mató, y que se titula El Doncel de no sé qué Rey, y otra de un autor escocés que tú conocerás: yo no acierto á escribir su nombr Estaré con cien ojos, á ver en qué paran estas lec- turas A Dios, que te me guarde muchos años.-Maria.