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B. PÉREZ GALDÓS

XXXVI

Del mismo al mismo.

Madrid, Septiembre.

Aquí me tienes otra vez, Fernandito mío, pluma en mano, dispuesto á concluir mi cuento, que no lo es, aunque lo parezca. Sa- brás que la marcha desde Buenache de Alar- cón á la villa de Arganda fué alegre y al modo triunfal, pues no he visto pueblos más regocijados con la presencia del Rey, ni campanas más vocingleras en el repicar. Ar- cos de ramaje vi en algunos puntos; en otros hubo toros, cañas y berridos de entu- siasmo. Como toda esta región central es la menos castigada por la guerra y están los pueblos virgenes de exacciones, encontra- . mos abundantes víveres, con lo cual reme- diaron su hambre atrasada los expediciona- rios y el sinnúmero de clérigos y covachuc- listas que siguen al Rey. Tal séquito era una horrorosa carga que estorbaba las marchas y ofrecía dificultades mil para los alojamien- tos. Venía toda la administración de Don Carlos, sus Juntas y Consejos, un verdadero ejército de caracoles ó tortugas, con la casa á cuestas, es decir, con todo el papelorio de las oficinas. Entre la turbamulta de parási- tos había cundido la idea de que entrarian A