Página:La estafeta romántica (1899).djvu/255

Esta página no ha sido corregida
251
LA ESTAFETA ROMÁNTICA

ras italianas á la conclusión de que la rea- lidad impone una franca inteligencia con D. Carlos, el cual, à su vez, por no disponer tampoco de toda la fuerza ha menester, que no ha de llevar á punta de lanza la cuestión de derechos. Cediendo cada parte un poco de su divinidad legal, se celebrará un acto de concordia, quedando todos contentos y dis- frutando por igual de sus provechosos pues- tos en las cabeceras de la mesa nacional.

Salen en esta parte de la escena multitud de partes de por medio, italianos y france- ses, que llegan de Nápoles ó reciben instruc- ciones para partir hacia allá. Cambia la es- cena. Aparece Fernando II, Rey de las Dos Sicilias, trayendo á su lado por confidente á Rapella, y le dice que ha meditado en el caso gravísimo de la sucesión de España, sacan- do en limpio de sus cavilaciones que María Cristina es prisionera de la revolución y un instrumento de la anarquía española. Desea, pues, el Soberano de Parténope que su que- rida hermana se aleje del foco revoluciona- rio, cortando relaciones con la caterva ma- sónica que ha convertido el suelo ibérico en una morada infernal. Por usurpadora tiene la llamada Causa de la angélica Isabel, y re- conoce y declara como legítimo sucesor de Fernando VII á D. Carlos María Isidro, en quien ve el escudo de la fe y la salvaguardia de los buenos principios de gobierno. Acuer- da, pues, proponer á su hermana Doña Cris- tina que busque medio de evadirse del cau- tiverio en que la tienen liberales y democra- 1 1