Página:La estafeta romántica (1899).djvu/247

Esta página no ha sido corregida
243
LA ESTAFETA ROMÁNTICA

sos recientes, presenciados por mí, y que mañana, si hoy mismo no, han de entrar en los dominios de Clio; que no es bien que yo me muera sin transmitirte conocimien- tos que mi vejez ya no puede utilizar. Tú, joven inteligente y lleno de vida, archiva- rás éste como otros sucesos que te he con- tado, para que los perpetues si quieres, de- dicandote á la enseñanza de gentes y á la extirpación de la ignorancia, el más grande mal que hay sobre la tierra.

Ya sabes que tu amigo Rapella, el sicilia- no astuto que anduvo en esos fregados de concertar las dos ramas borbónicas, obran- do mancomunadamente con un francés que responde por Neuillet, y con otros pájaros que revolotean en la Corte trashumante, fue quien me puso en candelero entre la caterva militar y civil de D. Carlos. A él debo los honcres y atenciones que he merecido de D. Sebastián; por él he llegado sano y salvo á Madrid, y esto bastará para que yo le esté muy agradecido los pocos años que me que- dan. Débole asimismo algunas ideas referen- tes al embrollo que traía, las cuales, con el auxilio de mi natural perspicacia, me han servido para descubrir todo este pastelón que ofrezco á tu paladar de historiador curioso.

Y antes de continuar, doy gracias á Dios por verme libre de la pejiguera de llamar Rey á D. Carlos, Reales á las tropas, y Ge- neralísimo al señor Infante, mi amigo. La justicia obligame á declarar que debo tam- bién gratitud al titulado Rey, por haberme