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B. PÉREZ GALDÓS

ven, siempre con el sano propósito de des- viarme si el punto de parada definitiva no es la Villa del oso. En esta me aguardan innú- meros amigos, y algunos intereses desperdi- gados á los que no vendrá mal mi presencia para entrar en vereda. De Madrid, si llegan allá mis nobles pedazos, os escribiré. En un lugar cercano, Villar de los Nava- rros, se dió ayer una batalla en la cual que- daron vencidos los que aquí llaman faccio- sos, mandados por Buerens. Perdieron mu- cha gente; corrió sin tasa la sangre. ¡Oh desdicha, oh tiempos! El brazo derecho y el brazo izquierdo de la Nación, contra el pe- cho de ésta descargan á compás furibundos golpes. ¡Cuánto he visto, Dios mío, y cuántas abominaciones me permitirás ver todavia! Vaya, no más. Mi bendición á todos, mis amantes besos á los niños, y á ese gallardo mancebo, el de la charada, un cariñoso abra- zo de vuestro padre-Beltrán.

XXXV

De D. Beltrán de Urdaneta á Fernando Calpena.

Madrid, Septiembre.

Feliz mortal: Diceme una linda bcca, á quien ni los años ni las peras han privado de su nativa gracia, que te recreas en los es- estudios histórcos. Yo voy á contarte suce-