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B. PÉREZ GALDÓS

que incluís de Fernandito Calpena, mi sim- pático amigo, de quien conservo tan grata memoria. El saber que lleva luengos meses en vuestra compañía me colma de gozo, y si no he podido descifrar aún la charada en que Valvanera, para ejercitar mi caletre, me da como una explicación enigmática de las causas de ese hospedaje, tengan por cierto que en cuanto á ello me ponga la descifraré, que bien sabéis que soy un águila para los acertijos. Ya escribiré despacio á mi ami- guito cuando tenga algún descanso, que ahora me falta. Decidle que no olvide mi pa- rábola del árbol, y que no desperdicie nin- guna coyuntura que para llevarla á la rea- lidad se le presente. Decidle, y sabed vos- otros también, que esta situación favorable en que ahora me encuentro la debo al industrio- so italiano con quien fué á Oñate, y que aho- ra se ha trabado conmigo en grande amis- tad. Nos encontramos cerca de Alcañiz, cuando yo, vencido de la pesadumbre de mis años, no menos que de las horribles hambres, fatigas y sustos que he padecido, intentaba salir de este peligroso terreno to- mando á pie las vereditas de mi tierra, y me brindó con su apoyo, y sustentóme con sus vituallas, y me fortaleció el espíritu con su donosa conversación, como el cuerpo con sus vinos; y habiéndole yo caído en gracia por mi entender social y político, como él á mí por su fino trato, intimamos y nos uni- mos en los alojamientos y en las caminatas, para las cuales hubo de franquearme un her-