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B. PÉREZ GALDÓS

que las riquezas deben ser siempre para la juventud, bajo la tutela y dirección de los viejos. Lo que Fernando disfrute con la dis- creción y buena medida propias de su hon- rado carácter, será mi gloria, mi orgullo. Que tú y Maltrana le habléis de esto, demos- trándole que le pertenecc lo que hoy esta mis manos. Soy su arca, su hucha; no tiene que agradecerme nada, y yo mucho á él por poner en mi su confianza. Que me le alèc- cionéis bien, queridos Valvanera y Juan An- tonio. Adiós por hoy.

Viernes.-En los dos días que he pasado sin escribirte me han ocurrido cosas que no puedo contarte sin emoción muy viva. Aún me dura el grandísimo dolor que he sentido ayer; encontrarás mi carta como anegada en un mar de amarguras, turbio el estilo y sin ninguna gracia. Buscaré compensación en la claridad y el fiel traslado de los he- chos, huyendo de las impresiones de roman- ticismo, que, a pesar mío, me asaltan el ma- gin: Con un esfuerzo supremo de mi volun- tad las echo de mí, presentándote en forma descarnada lo que he visto, y lo que he pade- cido al verlo... Pues desde el miércoles sen- tia yo una viva comezón de volverme á Ma- drid, de entrar en mi casa y adquirir por mí misma noción clara de lo que allí ocurre. Sospechando que me ocultan algo, que no es posible la continuidad de la monotonía fúnebre que dejé allí, ayer preparé con mi doncella una escapadita, que realizamos fe- lizmente. No tuve dificultad para entrar en