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B. PÉREZ GALDÓS

XXXIII

De la misma á la misma.

Carabanchel, Septiembre.

Aquí respiro, amada mía; todas mis penas conmigo me las traigo; pero las atenúa, las suaviza la libertad, el alejamiento de mi martirio. La tía Consolación es un calmante: energico de mi estado espasmódico, por su bendita indiferencia de todos los asuntos que no sean sus devociones y la paz de su casa, por carecer en absoluto del defecto esencial- mente femenino, la malditísima curiosidad. No he visto pasta de ángel como la suya. Si ello es un profun lo egoísmo, celebremos la razón de la sinrazón que en determinadas circunstancias reviste los vicios de las apa- riencias de excelsas virtudes, ofreciéndonos los provechos de éstos. A mi tía Consolación no le importa nada de nada: vive siempre en, por y alrededor de sí misma, contenta del medio social, como los pececitos que se hallan bien en su redoma de agua limpa, hablando mucho de las excelencias de la otra vida, y procurando por todos los medios permanecer en ésta el mayor tiempo posible; rodeada de curas y de médicos, a quienes oya y atiende como á sibilas de la salud es- piritual y física; disfrutando de sus riquezas