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B. PÉREZ GALDÓS

do en la catástrofe, y andan por ahí como vapores que trae y lleva el viento. Procuraré condensarlo todo. Algo he recogido ya, pero es poco; no sé por qué espacio andarán esen- cias mías muy sutiles, de las cuales no me ha quedado más que el olor... Ya, ya sé lo que vas á decirme... que algo mío anda por ahí y que debo ir á buscarlo. No: lo único mío que en la explosión pudo volar hacia La Guardia es el respeto, y ese vale más que se quede por allá, para que lo unas á tu ad- miración y hagas un lindo ramillete con que obsequiar á la celeste Palas. Otra clase de flores no me pidas. Ya sabes, Mentor mío, que las rosas no nacen entre el hielo; y si nacieran, sólo al tocarlas yo se marchitaran. Por hoy no te marea más tu fiel amigo Fernando.

XXIX

De Pilar á Valvanera.

Madrid, Agosto.

Amada mía: Llegó por fin el supremo ins- tante. El oráculo, Manuel Cortina, me ha pre- sentado la cuestión social y jurídica con pas- mosa claridad, procurando atenuar las amar- guras que la solución del problema traerá