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LA ESTAFETA ROMÁNTICA

de mis afanes, llevándome de una vida de artificios a otra moldeada en la (realidad, Será posible, amiga querida, que en esa vida me vea yo? Ese día no me voy á cono- cer. Creeré que me he muerto y he resuci- tado, que soy otra, que no soy yo, sino la señora tal, ó tal mujer, lo mismo me da... Y desde mi nuevo sér veré el pasado triste, y tendré lástima de lo que fui...

Me canso un poquito. Seguiré mañana.

Marles. No sé por qué, pienso que Felipe barrunta la tempestad que le tengo armada. Algo noto en su cara, en sus ojus, que me pone en este cuidado. ¿La suma suspicacia no puede llegar á ser el sumo adivinar?... Para mí es una desdicha esta penetración que el histrionismo social en su desarrollo más perfecto me ha dado. Como yo leo el pensamiento de los que me rodean, pienso que los demás leen el mío.

Y hay más, cara Valvanera. Hoy encontró Felipe á Cortina en el Ministerio de Gracia y Justicia y le convidó á comer. El hecho no tiene nada de particular y ha ocurrido más de una vez. Pero se me ha metido en la cabeza que este convite no es un caso natu- ral, inocente quiero decir, sino que encie- rra la cruel intención de ponernos frente á frente al letrado y á mí para observarnos las caras... Veo que te ríes. Si, la mal intencio- nada soy yo. Es que el cerebro se me ha convertido en un nidal de dramas... Me pa- so la mano por la frente, y afirmo, todavía con un poquito de recelo, que la invitación 43