Página:La estafeta romántica (1899).djvu/196

Esta página no ha sido corregida
192
B. PÉREZ GALDÓS

rés palpitante; escenas que no vacilo en lla- mar bellas, aunque me causen pavor. ¿Para qué me daría Dios esta imaginación tan viva? Con ellas en otro tiempo me rodeaba de bienandanzas, cuando en realidad estaba ¡` rodeada de peligros; mas con ellas también, en días no tan lejanos y en los presentes, levanto en derredor mío aparatos de cons- ternación, con materiales que quizás sean más para mover á risa que á terror. No ceso de pensar en las sorpresas, y para que no lo sean ni me cojan desprevenida, estoy siem- pre imaginando cosas malas probables, con la idea de que previéndolas no sucedan. ¿Has visto? Lo mejor es poner freno á la previsión pesimista, y decir aquello tan sencillote, y al parecer tonto, que nos enseñaron nuestras madres: Sea lo Dios quiera. que

Noto á mi Felipe un poquito moderado en sus hábitos de mortificación. No sé lo que le pasa. Tiene conmigo atenciones desusadas, y se cuida menos de contrariarme y contra- decirme. No obstante, desconfio de estas apariencias, y sigo empleando mis invete- radas precauciones. He perfeccionado el es- critorio que en mi cuarto de baño tengo (ya te hablé de este ingenioso aparato), y puedo consagrarme con toda lirtad á mi corres- pondencia secreta, guardando todo de un modo segurísimo cuando concluyo, ó por cualquier causa tengo que interrumpir el trabajo... Siglos se me hacen los cuatro días que me ha señalado Cortina para pro- ponerme la solución que ha de ser término 1 } 1