Página:La estafeta romántica (1899).djvu/186

Esta página no ha sido corregida
182
B. PÉREZ GALDÓS

torozones y horribles sacudidas que me cau- sa pataleando dentro de mí. Este sí que es drama, y por Dios que ya deseo un desenla- ce, aunque sea de los más violentos. No puedo ya con tanto disimulo y ficciones tan- tas. Mi arte se agota; cada dia tengo que in- ventar resortes nuevos, y mi potente inicia- tiva para el enredo envejece y se apaga. Quiero una solución, cualquiera que sea.. Desde hace dos días me absorbe completa- mente la idea de consultar el caso legal con un buen abogado, que al propio tiempo sea hombre de honor delicadeza. He pensa- do en Cortina, y no pasará el día de maña- na sin que le escriba pidiéndole hora para una consulta, con la advertencia de que se trata de cosa muy secreta, que ha de que dar entre los dos. Sí, sí: no vacilo más; ten- dré que revelarle el caso de pe á pa, sin omi- tir nada, absolutamente nada. Si para el fin que persigo no hubiere más remedio que romper por todo, romperé, estallaré como una bomba; que ya toda esta pólvora, toda esta metralla que llevo dentro de mí años y más años, quieren salir á que les de el aire. Me apresuro á concluir, temerosa de que vuelva Felipe, que hoy está tremendo, hija, un Júpiter tonante, jaquecoso, que por ra-- yos tiene los interrogatorios impertinentes. ¡Ay, comprendo el suicidio ante un fiscal semejante! Se ha empeñado en saber qué empleo doy á los dineros que recibo para mis gastos particulares. Los extraordinarios cuantiosos para vestidos que aún no se han