oigo antes de leerlas. ¿Quién no tiene voces dentro? Sospecho que las que ha escrito Hugo no son las suyas, sino las mías-Vale.
XXII
Del Sr. de Maltrana á su hermana política la señora Marquesa de Sariñán.
Villarcayo 1.° de Julio.
Hermana mía y amiga: La grave enferme- dad de nuestro hijo Federico ha privado á Val- vanera del gusto de contestar á tu carta. Aun hoy, ya mejorado el niño y contentos noso- tros de que nos le conserve Dios, mi mujer no se decide á tomar la pluma: su cansancio, después de tantas noches de ansiedad y des- velo, ya puedes figurártelo. Yo me encargo de cumplir aquel deber, empezando por ma- nifestarte que accedo gustoso á contribuir, en la parte que me corresponde, para el au- xilio del pobre D. Beltrán: quedan entrega- das las cuatro onzas, y no tendré inconve- niente en aprontar mayor suma, si necesario fuese para sacar definitivamente de aquel in- fierno al primer noble de Aragón. Haced por- que venga, y le tendré en mi casa todo el tiempo que guste, si él se aviene á esta sole- dad desabrida, donde halla tan pocos atrac- tivos su exquisita sociabilidad. Voy creyen- do que ni los años ni el desdichado sesgo de