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B. PÉREZ GALDÓS

tentos se pondrían sus padres con este cam- bio! Pues aunque á mí me lloraran, me llo- rarían una vez, y sus hijos son cinco, cin- co duelos en perspectiva. Hoy me rectifico, amado clérigo, y no pido á Dios semejante cambio de naturaleza; es mucho mejor que los chicos y yo vivamos. Por consiguiente, verás que tacho el párrafo en que te pedía me mandases las Noches de Young y de Ca- dalso. Déjame á mi de Noches, hombre, y mándame días si los hay. En vez de esos librotes que inducen á la melaneolia, haz un paquete con el nuevo drama de Víctor Hugo, Angelo, tirano de Padua, con la Gabriela de Belle Isle, de Dumas, y todo lo demás que de este género encuentres en casa de Boix, y me lo echas para acá con el primer ordi- nario que salga. Que sean en francés: no quiero traducciones.

Ultima hora: á mí llega un run-run que, si se confirma, me librará de la falsísima, in- delicada posición á que quiere llevarme mi buena madre, haciéndome pretendiente de secano de la sin par Demetria. Susurran de La Guardia que al fin hay arreglo, y que en el frontispicio de Castro-Amézaga se pondrá la corona de Sariñán y de Villarroya de la Sierra. Tú lo verás si vas por allí, que yo no pienso verlo. Paréceme muy lógica tal unión, y no siento más que no tener aquí á mi D. Beltrán para pasarle la noticia por los morros. ¿Serán felices? Averigualo tú, que yo no puedo. Vuelvo á creer que sólo los muertos son dichosos.