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LA ESTAFETA ROMÁNTICA

con cara famélica y ansiosa. ¿Qué querrá decirme? ¿Me traerá alguna carta? Mejor es que no lo sepa. Juan Antonio ha encargado á uno de los mozos que le despabile, amenazándole con dar parte á la justicia y meterle en la cárcel si no se larga de estos contornos. ¡Po- bre Churil ¿Qué me querrá?

Valvanera y su marido me han predicado un cariñoso sermón sobre la obediencia, y yo he reconocido que á ella me obligan todos los respetos y las nuevas afecciones que siento en mí. No haré más que lo ellos que dispongan. Forzosamente vuelvo á la niñez. La querida persona que se ha pasado lo mejor de su vida sin poder acariciarme y gobernarme, quiere hacerlo ahora, y yo me apresuro á ofrecerle mi sumisión incondicional. Es difícil, no obstante, que pueda darle gusto en una cuestión que, según me ha declarado Valvanera, es su sueño dorado. Bien comprenderá que no puedo disputar al Marqués de Sariñán la excelsa niña de Castro, cuyos méritos son tales que hoy me avergonzaría yo de dirigir hacia ella mis aspiraciones. ¿Qué piensas de esto? Sería imponerme una ridiculez; sería lanzarme quizás á un nuevo desastre. Me siento sin fuerza moral para tal empresa; necesito un largo reposo, y restaurar mi espíritu desquiciado y en ruínas.

Y sobre todo, ¿quién soy yo, ¡triste de mí! para pretender honor tan grande como la posesión de esa maravilla de la humanidad? En qué sentimientos he de fundar mi cam-