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LA ESTAFETA ROMÁNTICA

ción se derivan.. Por la noche, solo en mi aposento, lloré largo rato, sintiendo dentro de mí un desconsuelo inexplicable, no sé qué, sin duda reflejo de las aflicciones que por mí ha pasado la persona que me dio la vida. Pensaba que si yo hubiera muerto al nacer, habría evitado sus acerbas penas, y luego las mías. Ya no puedo evitar nada; soy impotente para todo, y la idea de que mi amor y mi gratitud á ese noble sér han de escon- derse en la obscuridad y en el disimulo co- mo si fueran delitos, me vuelve loco. En tanto, mi drama se ha empequeñecido. Dentro de mi espiritu lo veo cada día per- diendo volumen y claridad. Síntomas de ol- vido empiezan á manifestarse: he notado que pasaban largas horas sin que de su terrible argumento y de sus personas me acordase. Pero ayer y hoy he advertido que me ron- da, que viene en mi busca. Una nueva car- ta de Pedro Pascual me informó ayer de que los Arratias están furiosos contra mí. No ha podido averiguar mi amigo si Aura había regresado al domicilio conyugal: sospecha- ba que no. Como puedes comprender, estas noticias me inquietan, me trastornan, impi- diéndome condensar las ideas y fijar mi vo- luntad en una sola dirección. Tengo que di- vidir mi espíritu, como un caudillo militar que dispersa sus tropas para la ofensiva ne- cesaria en un punto y la defensiva en otro. Me halaga la esperanza, querido clérigo, de que se den órdenes para que no se aplace más tiempo tu viaje. Aunque Valvanera y