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LA ESTAFETA ROMÁNTICA

XXI

De Fernando Calpena á D. Pedro Hillo.

Villarcayo, Junio.

Querido capellán: Hemos pasado unos dias crueles con la enfermedad de los niños. Cayó Nicolasa con calenturas el 15 del pa- sado, reponiéndose al séptimo día; mas an- tes de que esto sucediera, el segundo de los varones, Federico, fué atacado del mis- mo mal, que degeneró en tabardillo. Veinte días hemos tenido á la pobre criatura entre la vida y la muerte. Figúrate la ansiedad de los padres, que há tiempo vienen siendo enfermeros de su prole, dañada de no sé qué mal profundo, insidioso. Tengo la sa- tisfacción, en medio de mis tristezas, de ha- berme asociado á los afanes de esta noble familia, y por fin, al gozo de verles vence- dores del terrible mal. A fuerza de cuida- dos y desvelos hemos rechazado á la muerte, y lo digo así porque no he sido yo menos pa- dre que ellos, en el sentido de la solicitud vigilante. Cuando el cansancio les rendía, yo he ocupado su puesto, poniendo toda mi alma en aquel servicio humanitario. La gra- titud de estos nobles amigos me envanece más que si hubiera yo ganado laureles de los que vivamente halagan el amor propio.