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B. PÉREZ GALDÓS

pretexto de una herida leve se pasó en la ca- sa de Castro-Amézaga tres meses y medio, á mesa y mantel, cobrándose en vida regalo- na los servicios que prestó a las niñas en su escapatoria de Oñate; sabemos también que es de la cáscara amarga, es decir, roman- tico, y el romanticismo no significa otra cosa que el disimulo de la holgazanería y los vicios: todo ello cuadra muy bien á un personaje que no se sabe de dónde ha salido, ni de quién recibe el dinero que gasta. No me saques á mí el cuento de que ignoras quién es. Esa no pasa, Valvanera: tú lo sa- bes, y vas á decirmelo; de lo contrario, ten- dría yo que imaginarlo, exponiéndome á errores. No he de suponer tampoco que tu huésped es un gorrón de oficio que reparte el año comiendo tres meses en cada casa. Como á la mía no ha de venir, porque aquí no se mantienen vagos, nada de esto me importa; pero la protección que das á ese sujeto podría ocasionarnos peor gravamen que el comernos un codo, y así te suplico me digas para qué tienes ahí á ese hombre, y qué hace y en qué se ocupa, y por qué no se va a Madrid, que es el terreno del romanti- cismo y del libertinaje.

Y vamos á otro asunto que con éste no tiene, supongo, ninguna relación. La carta que contesto es la primera tuya en que me hablas de mi hermana Pilar, cosa que me sorprende, pues siendo mis relaciones con ella tibias, casi nulas, no parece lógico que me pidas á mí noticias de su salud, ma-