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B. PÉREZ GALDÓS

finura con que ha logrado catequizar á ta. les verdugos. ¡Qué cosas les habrá dicho! ¡Qué invenciones habrán salido de aquella cabeza fecunda en lindos enredos! Voy cre- yendo que tu padre tiene siete vidas como los gatos. Por conducto de D. Blas á todos saluda y bendice, añadiendo las carantoñas que sabes son muy de su carácter, y con las cuales se hace perdonar sus graves defectos: nos pide dinero y ropa. Hemos acordado Ro- drigo y yo enviarle una cantidad no muy crecida, ocho onzas, que me parecen sufi- cientes para mantener su decoro entre aque- llos salvajes ó para regresar si lo desea. Di- me si estás dispuesta á contribuir con la mi- tad del dicho emolumento, ó sea cuatro on- zas, pues si á ello te negaras y tuviéramos que acudir solos al remedio del noble señor, nos concretaríamos á seis onzas. Justa es la mitad de esta carga tuya, y aun no sería malo que por entero la llevaras tú, pues nosotros harto hemos hecho por él tenién- dole en casa y aguantándole el genio. Tam. bién te digo que si cansado de aquellas glo- rias y de los papelones que allí hace, vuelve al arrimo de la familia, sería para nosotros un gran alivio que le tomaras tú por una tem- porada. Hija, no hemos de estar los de acá siempre á las agrias y tú á las maduras. Para que se reparta equitativamente la per- sona del primer noble de Aragón, es preciso que tú le tengas y le aguantes un año por lo menos. Así lo propondrá Rodrigo á su abue. lo en la carta que le escriba mañana por el