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LA ESTAFETA ROMÁNTICA

dido, y España acabará de volverse loca si Dios no ataja estas guerras, que también me van pareciendo á mí algo románticas. Pues bueno: al oir la noticia, observé que Deme. tria palidecía, y en seguida me puse á atar cabitos. Nuestro sujeto es romántico, y sus ideas no van por lo corriente y natural, co- mo nuestras ideas; nuestro sujeto debió de parar en Madrid de la carrera que tomó al re- cibir las calabazas; nuestro sujeto ha sido plantado por su novia, que le amó de soltera y le despreció casada; nuestro sujeto usaba también remoquete, pues nadie me quita de la cabeza que Calpena no es su verdadero nombre... y en fin, corazonada, hija, corazo- nada. Veremos si acierto. También te ase- guro que mientras ataba cabitos, mi senti- miento era muy vivo... pues el sujeto, romạn- ` ticismos aparte, es digno del mayor aprecio. No he podido dormir en toda la noche pen- sando en aquella hermosa vida cortada por sí propia en un arrebato. Si es, porque es, y si no, por quien sea, perdónele Dios, y ojalá entre el disparo y la muerte tuviera el po- brecito espacio para un soplo de arrepenti- miento... Vuelvo á cerrar ésta, que ya vienen por ella los que han de llevármela bien se- gurita. Vive y manda.