Página:La estafeta romántica (1899).djvu/148

Esta página no ha sido corregida
144
B. PÉREZ GALDÓS

sus acciones, y las tuyas son de lo más per- verso que emos visto. No puedes figurarte mi satisfacción al saber que tuviste un des- engaño muy tremendo. Eso les pasa á los casquivanos y desagradecidos, que se van por el mundo en busca de aventuras... Mira, niño, entre paréntesis te digo que no agas caso de mi ortografia, no porque sea muy mala, sino porque como me equivoco siempre en las haches, he determinado suprimirlas, y así no tengo que devanarme los rescs por saber dónde caen y dónde no. El montón de haches que me sobran lo pongo al final, por si quieres enmendarme con ellas la plana.

Bueno: pues si cuando te dieron ese sofoco te ubieras venido á casa, aquí lo abrías pa- sado bien, y tú contándonos el lance, y nos. otras riéndonos de ti, te abrías curado, que más pronto se cura un corazón flechado que una pata erida de bala. ¿No te acuerdas ya de cuando te pegaron el tirito los cafres dei Jabali? Pues yo me acuerdo. Sabrás que an venido aquí dos pobrecitos de los de Arán- zazu á traer carbón. Allí ya no ay miseria, porque emos señalado á cada familia un diario, que todos los meses van á cobrar á Salvatierra. Nos an preguntado por tí, por el buen caballero, y yo les dije que tú ya no eras caballero, sino un pillo muy grande... Sabrás también que vinieron á esta villa dos ombres de mala traza preguntando por tí... Parecían quincalleros ó titiriteros: traían- una carta que no quisieron dejar. En la casa donde se aposentaron, q era la de la Bo-