Página:La emigración española a Chile.pdf/30

Esta página ha sido validada

de Santiago, dejó plasmado el siguiente perfil del dictador: “No es cierto, a pesar de lo que tanto se dice, que Franco haya sido un gran gobernante ni una personalidad de excepción. El secreto de Franco es la falta de personalidad verdadera. Es el resumen de lo español: masivo y trivial: el tradicionalismo de lo muerto.”[1]

Los otros Machado. Don José, pintor y don Joaquín, periodista. Sevillanos transparentes. De una sencillez y frugalidad casi franciscana. Fueron pasando por la vida – una vida sembrada de dolores profundos, de pérdidas y desencuentros – como pidiendo permiso. José, pintor y dibujante, fecundo, acucioso y apasionado. Joaquín, escritor de pluma ágil, certera y llena de ironía. De pensamiento profundo y sintético. Diáfano, translúcido, ingenioso y mordaz.

Un médico vallesolitano. Don Pío del Agua. Médico a la antigua. Médico de familia en toda la extensión de la palabra. Pasábamos por su diagnóstico certero, de capitán a paje. Nos curaba desde uñas encarnadas hasta las dolencias del alma, pasando por las anginas sempiternas y las toses invernales. Con muchísimo cariño, mucho líquido y poquísimas medicinas.Tan meticuloso y delicado en todo lo atingente a su profesión, como desmañado, torpe e insólito en todo lo demás. Una herida curada por el, era una joya quirúrgica, impoluta, perfecta e indolora en tanto todo el derredor – cama, sábanas, suelo, mesilla de noche, alfombra – se transformaba en un muestrario de manchas de yodo y mercuriocromo. A tal punto llegaba su “invalidez” en la vida cotidiana que, en una oportunidad, entre la cocina y el comedor, perdió un par de huevos fritos. A tal punto llegaba su vocación de servicio y su honradez que, si aceptaba tomarse una taza de te durante la visita médica, no cobraba porque “... pero si tomé te”.

Patxi Abarrategui. Un vasco como la copa de un pino vasco. Bueno, en el buen sentido de la palabra, bueno. Vigorosa y robustamente bondadoso. Ingenuo, llano, sincero, espontáneo y leal hasta la ternura. Con una metralla incrustada tras la oreja izquierda y una risotada franca siempre a flor de labios. Gran cocinero, comedor y bebedor. Experto jugador de Mus y pelota a mano. Vozarrón de fogonero y ojos claros como el agua. Sano a todo lo largo y ancho del término. Fue durante años el encargado del Centro Vasco de Valparaíso. Artífice de merluzas suculentas, marmitakos enjundiosos, patatas viudas, chanfainas y piperradas.

Y tantos y tantos otros. El papel no alcanza. La paciencia del lector posiblemente tampoco. Retazos de memoria cálida. Pedacitos de vida. Estelas de recuerdos de la España más acogedora. De una España de dulce y de agraz. Ambivalente, dual. Negra, blanca, roja y azul. Amarilla, roja y morada. Gualda y roja, también. Desteñida por los bordes. Deshilachada y zurcida. De charanga, pandereta y faralaes. De mantón de Manila, agua, azucarillos y aguardiente. De gaita, txistu y tamboril. La España negra de Goya. La España luminosa de Sorolla. La España desgarrada de Gutierrez Solana. La España ecléctica de Miró. La España sólida de Chillida y la cursilona de Benlliure.

  1. El Mercurio, Santiago de Chile. 8 de diciembre de 1975
30