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fecunda de la mixtura, del caldo enjundioso de la mezcolanza, de la aurora luminosa del mestizaje.

La emigración correspondiente al siglo XIX, sobre todo en la primera mitad, esa donde se configura una emigración levantisca y libertaria, nos llega fundamentalmente de Catalunya y del Levante. Ese Levante que se estira por las costas valencianas hasta Murcia y se trepa por la Sierra de Cazorla. Son los hijos desterrados del anarquismo carpetobetónico y del separatismo catalán.

Al finalizar el XIX y ya en los albores del XX, la emigración hacia Chile muestra ciertas particularidades destacables en relación con los lugares de origen de los inmigrantes. Prácticamente no encontramos extremeños, muy pocos andaluces y todavía menos madrileños. En términos generales, la emigración se nutre de catalanes, vascos, asturianos, riojanos, leoneses, gallegos, cántabros y mallorquines.

Pero no de cualquier parte de esas regiones o, indistintamente del norte, del sur, del este y del oeste de ellas. No, la emigración se ciñe a un patrón que habla a las claras de que se produce un “boca a boca” o un “carta a carta”; un llamado desde acá para los parientes y amigos que quedaron allá.

En el caso de los riojanos, por ejemplo, provienen prácticamente todos de pueblos cercanos entre si, situados a no más de 60 Km. de Logroño, enclavados en el corazón mismo de La Rioja: Ortigosa de Cameros, Lumbreras de Cameros, Cabezas de Camero, Treviján de Cameros .... y todos se afincan en Chile entre Puerto Montt por el sur y Concepción por el norte.

Los asturianos, por otra parte, son todos ovetenses, también de poblados relativamente cercanos entre si: Las Caldas, Pola de Siero, Libardón, Peñamellera .... y todos se asientan entre Valparaíso, Los Andes, Rancagua y San Fernando.

Algo similar ocurre con los leoneses. Vienen de Orzónaga y Correcillas. De Puente de Alba y Los Barrios de Gordón. Todos se establecen en Temuco y Nueva Imperial.

Curioso resulta el caso de los mallorquines. Provienen de solo dos pueblos, a tiro de piedra uno del otro: Felanitx y Manacor. Los primeros eligen el norte de Chile para asentarse. Los de Manacor, la capital. Jacinto Nicolau y Jaime Nadal, ambos de Felanitx, llegan a residir a Coquimbo y a La Serena, respectivamente. Ciudades situadas en el Norte Chico, a muy escasa distancia una de otra. Nicolau “exponente de la múltiple laboriosidad y competencia de los hijos de España”[1] abre una fábrica de calzado, actividad que compagina con la agente de espectáculos y dueño del “Circo Politeama” situado en la esquina de Aldunate con Anibal Pinto. Nadal, figura en 1919 como dueño de la “Carnicería Modelo” que “como su nombre indica, es establecimiento ejemplar”.[2]

  1. España en Chile. El Comercio y las Industrias españolas en Chile 1919. Empresa Editora de “España en Chile”. Estado n° 91 (altos) – Casilla n° 3896, Santiago
  2. España en Chile. Op. Cit.
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