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allí en el Ferrocarril Transandino a Santiago; son los refugiados del Marsilia, el Órbita, el Formosa y el Reina del Pacífico.[1]

Casi la mitad de ellos, se quedó en Santiago. De los restantes, un alto porcentaje se radicó en Valparaíso y sus alrededores; Limache y Quillota fundamentalmente. Unos pocos – 15 dice un informe de la Embajada Española en Santiago de 1939 – se fueron al Sur, a Temuco. Y, 120 según el dicho informe, a Magallanes; cantidad asombrosa si se piensa que Magallanes es literalmente el fin del mundo. Cabe imaginar que habiendo llegado hasta acá, seguir viaje hacia el fin del fin del mundo ya daba lo mismo. De perdidos, al río, supongo que sería el ánimo que los llevó hasta las tierras más australes del planeta.

El Winnipeg se situó en alta mar, frente a Valparaíso, en la madrugada del 4 de septiembre de 1939. Los embarcados recuerdan haber visto amanecer acodados en cubierta. Haber visto como se iban, lentamente, apagando las luces que se encaramaban por los cerros. Vieron surgir el sol por el Este, tras las imponentes montañas nevadas y penetrar por las quebradas hasta posarse sobre el mar verdiazulado, formando arcos iris sobre la espuma. En el muelle los esperaban las autoridades de gobierno – entre ellas el Doctor Salvador Allende en su calidad de Ministro de Salud – miembros del Senado y de la Cámara de Diputados, autoridades locales y una nutrida y jolgoriosa delegación de chilenos y chilenas simpatizantes de la causa republicana que portaban un lienzo de considerables proporciones que rezaba “VIVAN LOS COÑOS REPUBLICANOS” ; leyenda que sumió en temerosas cavilaciones a mas de una de las mozuelas a punto de desembarcar. No sabían, que el término “coño” en Chile sola y únicamente se aplica para identificar a los españoles por su consuetudinaria manía de intercalar dicho epíteto innumerables veces a lo largo de cualquier frase.

Si bien las complicadas negociaciones que hubo de realizar el gobierno radical del Presidente Pedro Aguirre Cerda con la oposición representada por los partidos de derecha chilenos, se zanjaron en cierta medida con el compromiso que se traerían a Chile básicamente “trabajadores calificados” y, sobre todo, que no se traerían “guerrilleros” o “milicianos”, es decir militantes de la izquierda recalcitrante - termino en el que, obviamente, la derecha englobaba a casi todos los españoles no franquistas – lo que cada quien entendía por lo uno y por lo otro no parece, desde luego, que fuera ni remotamente parecido. ¡Menos mal! En fin, las derechas nunca se han significado por su altura de miras, ni por su reconocimiento a la producción intelectual, de cualquier color, sesgo, vies o siza que esta sea.

Lo cierto es que, efectivamente, vinieron “trabajadores calificados”. Entre ellos, por ejemplo, un hombronazo del Ampurdán del que se relata que al ir a

  1. Indagados varios textos al respecto me queda la impresión que los historiadores se han hecho bastante lío con el puerto de llegada de estos barcos. Por los testimonios de los propios “refugiados” – mas aún los del Formosa que vieron impactados hundirse al Graf Spee en las costas de Uruguay a la altura de Punta del Este – queda claro que hicieron la ruta atlántica y desembarcaron en Buenos Aires, incluso los del Reina del Pácifico que, a pesar de su nombre, consultado su itinerario para la época, hacía la ruta atlántica.
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