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casarse tiene ya sus obligaciones trazadas, pero muchas hay que permanecen solteras, sea por poca simpatía al matrimonio ó por cualquier otra razón... ¿Serían acaso más felices, si hubieran podido cursar la actual enseñanza oficial? Podrían así llegar á ser maestras normales; pero, sin repetir la crítica amarga que el profesor Gubernatis hace poco formuló, es indudable que esa solución no podría servir sino á una fracción pequeña de las mujeres á que me refiero. ¿Por qué no se las ve empleadas tras los mostradores de las tiendas, en los escritorios de las casas de comercio, ó en determinadas reparticiones públicas, como las de correos y telégrafos? Los hombres que ocupan esos puestos encontrarían seguramente mayor y mejor alimento á su desbordante actividad, en otro género de trabajo, más en consonancia con su naturaleza varonil.

¿No podrían acaso nuestras mujeres de la clase media, encontrar una ocupación dignísima de ellas, si tuvieran la necesaria vocación, con dar mayor vuelo á las recientes escuelas de enfermeras, y reclamar para sí el honor de