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caso de triunfar, una inversión completa en las costumbres, y, al convertir á las mujeres en miembros de parlamento y en "hombres de estado", no relegará acaso á los varones — como se ha insinuado por un discretísimo critico — á ser amas de cría ... y todo lo demás? El hecho es que la mujer goza ya hoy, sin mayor escándalo, de los famosos derechos políticos en Nueva Zelandia y en el oeste de los Estados Unidos; en Inglaterra está quizá en vísperas de lograrlo, habiendo ya ejercido en 1888 el cargo de representante del condado de Londres...

Por lo menos, con reforma semejante, habrá que decir adiós á la poesía, y no podrá ya repetirse la estrofa hermosa del vate castellano:

Vivir cual flor que amaga el torbellino;
Ser hermosa y ser pura: esa es tu gloria;
Ser tierna y consolar, es tu destino;
Amar, sufrir, llorar: esa es tu historia.

¿No se corre quizá el peligro de violar leyes eternas, al apartar á la mujer del reinado tiránico del amor, y al virilizar