mas bajo que podia darse; y agrega, que estando algo crecido pueden pasar por allí embarcaciones que cargen mil y mas quintales.
Villarino se hallaba precisamente en la conflencia del Limay con el rio Colloncurá, que él designa como rio que viene de Huechun Lavquen. El piloto dice: «Ya cerciorado de lo imposible que me es continuar mi navegacion por este rio he determinado volver á emprerderla por el principal brazo ó rio Negro, y con harto sentimiento, pues por él no tengo noticia ni esperanza de hallar establecimiento alguno nuestro.»
Es necesario aclarar este punto capital de la exploracion. El rio que con dolor abandona Villarino es el Limay y el que sigue, confundiéndolo con el principal, es su afluente, Colloncurá, que echa sus aguas al Limay á los 40° 20' próximamente, despues de recibir en su curso de norte á sur, el caudal de agua de los rios Caleufá, Quenquentrué, Catapuliche y Chimehuin, que es la prolongacion al sur del anterior.
El candoroso desconsuelo de Villarino aumenta el dia 13, y lo esplica así: «A las 7 volví el rio aguas abajo, pero con indecible desconsuelo, porque habiendo estado la mañana muy clara, estuve mirando la cordillera tan clara y tan cerca, que si no hubiera venido hecho cargo de esta expedicion, solito yo, y á pié como me hallo, me pondria en camino para ella. Hace una vista bellísima, sus cerros están cubiertos de nieve.»
La expedicion sigue, pues, al norte fijo remontando el rio que baja de los Andes y que con los nombres sucesivos de Catapuliche, Chimehuin y Colloncurá lleva su tributo de aguas al rio Limay. La navegacion se hace con inconvenientes graves, porque el agua está en su máximum de bajante. El dia 26 observa Villarino, en efecto, que hace cinco meses que no llueve.