un verdadero conocimiento de estos pasos y caminos, diré, podrian fortificarse y repararse extendiendo á ellos las Guardias de las Fronteras, porque cortadas estas avenidas y la de Choele-Choel, quedaban libres las demás campañas; ya Buenos Aires y poblaciones del rio Negro se daban la mano por tierra, para su comunicacion, para la cria y fomento de ganado, y para la estension de sus poblaciones. Véase pues qué ventajas tan grandes resultaban á la Provincia, y aun á todo el reyno del reconocimiento y seguridad de estos pasos.»
Y en otra parte agrega: «Tomado el sitio de Choele-Choel ya aseguramos el pasage para los indios de aquellas naciones (Pehuenches y Araucanos) que son numerosísimos: le quitamos estos enemigos á los campos y vamos preparando la internacion y demás proyectos que puede atraernos el rio Negro, por la parte de Valdivia.»
Nada se hizo á iniciativa de tan cuerdos vasallos de los reyes de España; pero las ideas hacian camino, como lo demuestra otro proyecto en el mismo sentido que fué dirijido al rey por el capitan de las tropas que guarnecian la frontera de Mendoza, D. Sebastian de Undiano Y Gastelu, quien habia explorado los desiertos del sur de su frontera, allá por los años en que Villarino corria del Atlántico á los Andes. Hasta 1826, Undiano perseveraba en llamar á la línea del rio Negro, la llave de la pampa.
Comienza su representacion al Rey declarando: «que deseoso del mayor bien del Estado se atreve á proponer á S. M. la conquista de diez y siete mil leguas cuadradas de tierra situadas en el mejor suelo del Universo y en una de las orillas del estendísimo Imperio, conquista para la cual no hay que chocar con ninguna potencia estranjera, porque todo ha de hacerse en un país que pertenece á la Corona de Castilla.»