vejetacion que pueda arrojar al rio obstáculos sérios. Sin embargo, no debe temerse que estos troncos, que no molestaron á Villarino, ni detuvieron á los demás viajeros, resistan á los recursos con que el arte y la corriente del rio destruirán sus efectos.
El cauce del rio Negro no está sujeto á cambios radicales de curso, como los que frecuentemente esperimentan los rios del Interior y de los desiertos arenosos, donde la menor desviación de las aguas despeñadas con impetuosidad abre nuevos lechos; pero esperimenta trasformaciones parciales, debidas á la acción mecánica de los aluviones. El Limay, encastillado entre serranias, debe también tener uno fijo, apesar de que el señor Moreno dice, sin aducir fundamentos, que cambia á menudo de cauce. No hemos encontrado en sus predecesores, la mas lijera alusión á esta circunstancia capital, que no hubieran olvidado; y por otra parte nos hace creer que el señor Moreno ha incurrido en error, la geología de los terrenos en que el Limay serpentea, según las descripciones de Villarino y las suays mismas.
El comandante Guerrico, comienza su descripción de la cuenca del rio, con esta frase: «La masa de agua que el rio Negro arroja en el Océano Atlántico, se deposita en una cuenca cuya estension es de 2,500 leguas cuadradas próximamente. » El dato es deficiente, pues dividiendo, como atinadamente lo hace aquel oficial, la cuenca del rio Negro en dos grandes zonas, la andina y la Pampeana, se puede ver fácilmente que abrazan una estension superficial mayor, que corre desde las vertientes del Neuquen hasta las del Limay y desde ellas al este, formando un inmenso trapecio cuya base mayor está en los Andes y cuya base menor se esiiende sobre el Atlántico.
El rio negro tiene una cuenca fecundísima, que en la rejion andina recibe los derretimientos de las nieves y el agua