la seguridad de un reino, sino los amigos, los cuales ni se ganan por las armas, ni se compran con el oro: la buena fe y el obsequio los produce. ¿Quién, pues, más amigo que un hermano para otro? ¿O á quién hallará fiel entre los extraños el que fuese infiel á los suyos? Entrégoos, pues, un reino afirmo, si hubiere union entre vosotros; pero débil si llegais á desaveniros: porque con la concordia se engrandecen los pequeños Estados; la discordia destruye áun los mayores. Pero tú, oh Jugurta, pues te aventajas á estos en edad y prudencia, conviene que seas el primero en procurar que no suceda de otro modo; porque en toda contienda el que es más fuerte parece por sólo esto, á la primera vista, que es el agresor, aunque en la realidad sea el injuriado. Vosotros tambien, oh Aderbal y Hiempsal, respetad, y no perdais de vista á este varon insigne: imitad su virtud, y haced cuanto podais para que no se diga de mí que he prohijado mejores hijos que he engendrado.»
Jugurta entonces, aunque conocia bien el artificio de aquel razonamiento, y estaba muy lejos de pensar de aquel modo, se acomodo al tiempo, y respondió al Rey benigna