Página:La conjuración de Catilina y La guerra de Jugurta. Fragmentos de la Grande Historia (1893).pdf/154

Esta página ha sido corregida
148
CAYO SALUSTIO CRISPO.

le acercaba el término de su vida, dicen que, en presencia de sus amigos y parientes, y de sus hijos Aderbal y Hiempsal, habló á Jugurta de esta suerte:

«Pequeño eras tú, Jugurta, cuando muerto tu padre, y viéndote pobre y sin esperanza alguna, te recogí en mi casa, juzgando que, á ley de agradecido, no me amarias menos que si te hubiese yo engendrado. Ni me engañó en esto; porque, dejando aparte otras grandes y excelentes prendas que te adornan, recientemente en tu vuelta de Numancia me has colmado á mí y à mi reino de gloria: con tu valor nos has estrechado más en la amistad de los Romanos; renovaste en España la memoria de nuestra familia; y en fin, lo que es para los hombres más difícil de lograr, venciste á la envidia con tu fama. Ahora, pues, que la naturaleza ya poniendo término á mi vida, te exhorto y conjuro por esta mi diestra, y por la fidelidad que al reino debes, que ames mucho á estos que por su linaje te son parientes y por mi beneficio hermanos, y que no quieras más agregarte extraños, que conservar á los que te son cercanos por la sangre. Advierte, que no son los ejércitos ni los tesoros