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CAYO SALUSTIO CRISPO.

que se engolfa en ellos, y por su entorpeci- miento, se reconoce ya sin fuerzas, sin tiem- po y sin facultades para nada: se acusa de flaca à la naturaleza; y atribuyen los hom- bres á sus negocios y ocupaciones la culpa que ellos tienen. Y á la verdad, si tanto es- mero pusiesen en las cosas útiles, como po- nen en procurar las que no les tocan ni pueden serles de provecho, y aun aquellas que les son muy perjudiciales, no serían ellos los gobernados, sino ántes bien gobernarian los humanos acaecimientos, y llegarian á tal punto de grandeza, que en vez de mortales que son, se harian inmortales por su fama.

Porque como la naturaleza humana es compuesta de cuerpo y alma, así todas nues- tras cosas é inclinaciones siguen unas el cuerpo y otras el ánimo. La hermosura, pues, las grandes riquezas, las fuerzas del cuerpo, y demas cosas de esta clase, pasan brevemente; pero las esclarecidas obras del ingenio son tan inmortales como el alma. Asimismo, los bienes del cuerpo y de fortuna como tuvieron principio tienen su término; y cuanto nace y se aumenta llega con el tiempo á envejecer, y muere: el ánimo es incorruptible, eterno, el que gobierna al gé-