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La ciudad de Dios

al tercero día, como si al lector, atento sólo á distraerse con la historia, hubiesen querido los Setenta, siendo á un tiempo intérpretes y profetas, despertarle de su sueño, para que vaya indagando la profundidad miste riosa de la profecía, y le dijeron en cierto modo: busca á aquel mismo en los cuarenta días, en quien pudieras hallar asimismo los tres días; lo primero lo hallarás en 1a Ascensión, y lo tercero en su Resurrección. Por esta razón, con uno y otro número se nos pudo significar muy al caso, así lo que por el profeta Jonás, como lo que por la profecía de los Setenta intérpretes nos dijo solo un mismo espíritu. Por no ser molesto no me detengo en evidenciar y probar este punto, sostenido en muchos pasajes, donde parece que los Setenta intérpretes discrepan de la verdal hebraica, y, bien entendidos, se halla que están conformes. Yo también, según lo exigen mis limitados conocimientos, siguiendo las huellas de los apóstoles, supuesto que igualmente citaron los testimonios proféticos, tomándolcs de ambas partes, esto es, de los hebreos y de los Setenta, he querido aprovecharme de la autoridad de unos y otros, porque una y otra es una misma, y ambas divinas.

Pero continuemos ya lo que resta como podamos..



CAPÍTULO XLV

Que después de la reedificación del templo dejaron los judios.


de tener profetas, y que desde entonces hasta que nació Cristo fueron afligidos con continuas adversidades, para probar que la edificación que los profetas prometieron no era la de éste, sino la de otro templo.

Después que la nación judaica empezó á carecer de profetas, sin duda alguna empeoró y declinó de au