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La ciudad de Dios

declaren y expliquen de otra forma el mismo sentido, no puede hallarse sino mirando y cotejando los unos libros con los otros. Así que, si como es puesto en razón, no mirásemos á otro objeto en aquellos libros sino á lo que dijo el Espíritu Santo por los hombres, todo lo que se halla en los libros hebreos y no se halla en los Setenta intérpretes, no lo quiso decir el Espíritu Santo por éstos, sino por aquellos profetas, y todo lo que se halla en los Setenta intérpretes, y no se halla en los libros hebreos, más lo quiso decir el mismo Espíritu por éstos que por aquéllos, mostrandonos de esta manera que los unos y los otros eran profetas; porque de esta conformidad dijo como quiso unas cosas por Isaías, otras por Jeremías, otras por otros profetas, ó de otra manera, una misma cosa por éste que por aquél. En efecto; todo lo que se encuentra en los unos y en los otros, por los unos y por los otros lo quiso decir un mismo Espiritu; pero de tal modo, que aquéllos precedieron profetizando, y éstos siguieron proféticamente interpretando & aquéllos; porque así como tuvieron aquéllos, para decir cosas verdaderas y conformes, un espíritu de paz, así también en éstos, aunque no lo convinieran entre sí, sino interpretándolo todo como por una boca, se manifestó el mismo espíritu, que era uno solo.



CAPÍTULO XLIV

De lo que debemos entender acerca de la destrucción de los ninivitas, cuya amenaza en el hebreo se extiende al espacio de cuarenta dias, y en los Setenta se abrevia y concluye en tres.


Pero dirá alguno: ¿cómo sabremos qué es lo que dijo el profeta Jonás á los ninivitas, si dijo: «Nínive será