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La ciudad de Dios

CAPÍTULO XLII

I.


De la autoridad de los Setenta intérpretes, la cual, salva la reverencia que se debe al idioma hebreo, debe preferirse á todos los interpretes.

Aunque hubo otros intérpretes que han traducido la Sagrada Escritura del idioma hebreo en el griego, como son Aquila, Symmaco y Theodoción, y hay también la versión, cuyo autor se ignora, y por eso, sin nombre del intérprete, se llama la quinta edición, ésta de los Setenta, como si fuera sola, la ha recibido la Iglesia, usando de ella todos los cristianos griegos, quienes por la mayor parte no saben si hay otra. Y de esta traducción de los Setenta se ha vertido también en el idioma latino la que tienen las Iglesias latinas.

Aunque no ha faltado en nuestros tiempos un Jerónimo, presbítero, varón doctísimo y muy instruído en todas las tres lenguas, que nos ha traducido las mismas Escrituras en latín, no del griego, sino del bebreo. Y aunque los judíos confiesen que este su trabajo é instrucción de Jerónimo en tantas lenguas y ciencias es verdadero, y pretendan asimismo que los Setenta intérpretes erraron en muchas cosas, no obstante, las Iglesias de Jesucristo son de dictamen que ninguno debemos preferir á la autoridad de tantos hombres como entonces escogió el pontífice Eleazaro para un encargo tan importante y arduo como este. Pues aunque no se hubiera advertido en ellos un espíritu, sin duda, divino, sino que, como hombres, convinieran mutuamente las palabras de su versión setenta personas doctas, para atenerse todos ellos á lo que de común acuerdo determinaran, ningún intérprete, individualmente, se les debiera anteponer. Y habiendo visto en