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San Agustín

CAPÍTULO XL

De la vanidad insufrible de los egipoios, que atribuyen á sus ciencias cien mil años de antigüedad.


Inútilmente con vana presunción vociferan algunos diciendo que hace más de cien mil años que Egipto poseyó el invento de la numeración, movimientos y curso de las estrellas. ¿Y de qué libros diremos que infirieron este número los que no mucho antes de dos mil años aprendieron las letras de Isis? Porque no es escritor tan despreciable Varrón, y lo dice en su historia, lo cual no desdice tampoco de la verdad de las letras divinas; pues no habiéndose aun cumplido seis mil años desde la creación del primer hombre, que se llamó Adán, ¿cómo no nos hemos de reir, sin cuidar de refutarlos, de los que procuran persuadirnos acerca del orden cronológico de los tiempos, cosas tan diversas y opuestas á esta verdad tan clara y conocida? ¿Y á quién daremos más crédito sobre las cosas pasadas que al que nos anunció también las futuras, las cuales vemos ya presentes? Porque hasta la misma contradicción y disonancia de los historiadores entre si, nos da materia bastante para que creamos antes á aquel que no repugna á la historia divina que nosotros poseemos. Pero los ciudadanos de la Ciudad impía, que están derramados por todas las partes del orbe habitado, cuando leen que hombres doctos, cuya autoridad parece no debe despreciarse, discrepan entre sí sobre sucesos remotísimos de la memoria de nuestro siglo, están perplejos sobre á quiénes deben dar mayor crédito; mas nosotros en la historia de nuestra religión, como estriban nuestras aserciones en la divina autoridad, todo lo que se opone á ella no dudamos condenarlo por falsísimo, sea lo que