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La ciudad de Dios

efecto; Moisés puso en el pueblo de Dios personas que asistiesen para enseñar las letras primero que tuviesen noticia de ningunas letras de la ley divina. Á éstos llama la Escritura Grammaton Isagogos, es decir, introductores de las letras, porque en cierto modo las introducen en los corazones de los que las aprenden, 6, por mejor decir, porque introducen en ellas á los mismos que enseñan. Ninguna nación, pues, se jacte ó gloríe vanamente de la antigüedad de su sabiduría, como anterior á la de nuestros patriarcas y profetas que tuvieron sabiduría divina, supuesto que ni aun en Egipto, que suele gloriarse falsa y vanamente de la ancianidad de sus letras y doctrina, se halla vestigio de que alguna sabiduría suya haya precedido en tiempo á la sabiduría de nuestros patriarcas; porque no habrá quien se atreva á decir que fueron peritos en ciencias y artes admirables antes de tener noticia de las letras, esto es, antes que Isis fuese á Egipto y se las enseñase. Y aquella su famosa ciencia, que llamaron sabiduría, ¿qué era principalmente sino la astronomía ú otros estudios semejantes, que suelen ser á propósito y aprovechar más para ejercitar los ingenios que para ilustrar los ánimos con verdadera sabiduría? Porque en lo tocante á la filosofía, que es la que profesa enseñar preceptos y reglas inconcusas, para que los hombres puedan ser y hacerse bienaventurados, por los tiempos de Mercurio, llamado el Trimegisto, fué cuando florecieron en aquella tierra semejantes facultades, lo cual, aunque fué mucho antes que los sabios y filósofos de Grecia, con todo, fué después de Abraham, Isaac, Jacob y Joseph, esto es, aun después del mismo Moisés; porque al tiempo que nació Moisés, se sabe que vivía Atlas, aquel célebre astrólogo, hermano de Prometeo, abuelo materno de Mercurio el Mayor, cuyo nieto fué este Mercurio Trimegisto.