Página:La ciudad de Dios - Tomo IV.pdf/8

Esta página no ha sido corregida
6
San Agustín

ham hasta el tiempo de los reyes de Israel, donde concluímos el libro XVI, y desde allí hasta la venida de nuestro Salvador en carne humana, que es hasta donde llega el libro XVII, parece que ha caminado sola en lo que hemos ido escribiendo, la Ciudad de Dios, siendo así que tampoco en este siglo ha caminado sola la Ciudad de Dios, sino ambas juntas, á lo menos, en el linaje humano, como desde el principio; si bien con sus respectivos progresos han ido variando los tiempos. Esto lo hice para que corriera primero la Ciudad de Dios de por sí, sin interpolación ni contraposición de la otra, desde el tiempo que comenzaron á declarársenos más las promesas de Dios hasta que vino aquel Señor que nació de la Virgen, en quien habían de cumplirse las que primero se nos habían prometido, y la viésemos más clara y distintamente; no obstante que hasta que se nos reveló el Nuevo Testamento, jamás caminó elia á la luz, sino á la sombra. Ahora, pues, me resta lo que me dejé, esto es, tocar en cuanto pareciere bastante el modo con que la otra caminó también desde los tiempos de Abraham, para que los lectores puedan considerar exactamente á las dos y cotejarlas entre sí.



CAPÍTULO II

De los reyes y tiempos de la Ciudad terrena, con que concuerdan los tiempos que calculan los Santos desde el nacimiento de Abraham.


En la sociedad humana, que por más extendida que esté por toda la tierra, y por muy apartados y diferentes lugares que ocupe, está ligada con la comunión y lazo